Mi amada hija, hace veinte años que te sostuve por primera vez en mis brazos, pequeña e indefensa. Hoy te transformaste en una mujer linda y maravillosa. ¡Feliz cumpleaños mi retoño de amor eterno!
Es un orgullo y un privilegio ser tu madre, y a lo largo de estos veinte años haber acompañado tu crecimiento, tu evolución, tu brotar hacia el mundo. Pero, aunque ahora seas adulta, para mí serás siempre ese bebé que lloraba y reía en mi regazo.
¡Muchas felicidades hija mía! Que nunca falten los sueños en tu vida, que los realices y nunca pares de soñar y de luchar por ellos. Que las dificultades sean vencidas y que se transformen siempre en aprendizajes.
¡Te amo mucho, mi bella hija! Eres un ejemplo como hija y mujer. Nunca olvides que estaré aquí para ti siempre, para lo que necesites o sencillamente para estar.
¡Feliz cumpleaños, madre! Es con mucho entusiasmo que hoy celebro otro año de tu vida y te deseo un día iluminado por grandes alegrías y mucho amor.
Eres mi gran ejemplo de vida, ya que, mujer y madre más guerrera que tú no existe. Eres realmente una persona muy especial y maravillosa, y siento que es un gran privilegio tenerte como madre.
Que Dios te conceda muchos años de vida, y que te mantengas siempre así, fuerte y determinada, una guerrera que no teme una lucha, y que nunca se deja vencer.
Siento gran orgullo de ti, mi madre, y quiero mucho tu felicidad eterna, y que también te enorgullezcas de mí. ¡Yo te amo mama!
¡Feliz cumpleaños, mi amor! Quiero aprovechar este hermoso día para decirte que eres la novia perfecta, la mujer más linda, especial, inteligente y atenta. No creo que exista nadie en el mundo como tú, eres única, la dueña de mis pensamientos y de mi amor.
Ojalá este año tengamos muchos momentos para estar juntos y darnos todo nuestro cariño y nuestro amor. Ojalá no tengamos que pasar mucho tiempo separados y podamos disfrutar de esto que tenemos, que es lo más especial.